La costa de Ericeira es un lugar de excelencia, competo y único para practicar surf, debido a sus características geográficas y geológicas.
El área entre "São Julião" y "Pedra Branca" presenta rompientes y arrecifes de dos secciones que son ideales para escuelas de surf y sesiones de formación. São "Julião", "Foz do LIzandro" y "Matadouro" son las tres playas de referencia para ese tipo de experiencias.
La intervención del Consistorio de Mafra ha devuelto su duna a la playa de "Foz do Lizandro", una zona que anteriormente era utilizada como aparcamiento, e incluyó la plantación de Agropiro ruso (Elimus farctus) para fijar la duna frente a los efectos de la erosión, lo que ha permitido salvar a especies típicas del ecosistema de una duna como el cardo de mar (Eryngium maritum), el tártago marino (Euphorbia paralias) y la algodonosa (Otanthus maritimus L.).
La costa próxima a Ericeira está formada de formaciones de roca y arena, precedidas de acantilados y riscos que rodean pequeñas calas de arena o guijarros. Dichas formaciones geológicas sedimentarias, formadas por estratos de dunas consolidadas hace mucho tiempo, son muy vulnerables ante la acción de los elementos y del hombre.
El área entre "Pedra Branca" y "Ribeira d'Ilhas" presenta acantilados de una belleza única, en lo que tres de las olas existentes son de categoría mundial. La geografía del valle de Ribeira d'Ilhas, una especie de anfiteatro natural con una amplia base de arena, y las distintas infraestructuras existentes (instalaciones playeras y aparcamientos) hacen de esa playa un entorno idóneo para la práctica del surf. En consecuencia, "Ribeira d'Ilhas" es un referente claro en el municipio de Mafra.
Además, es un referente mundial para el surf y otros deportes acuáticos, que ofrece excelente calidad de utilización del agua con un escaso impacto ambiental, lo que promueve así el equilibrio en el ecosistema existente.
Entre "Ribeira d'Ilhas" y "São Lourenço" se encuentra la zona de surf más auténtica, atractiva y natural. Tal y como sucediera en los inicios del surf, se pueden encontrar olas de primera categoría sin apenas ninguna intervención humana.
En esa zona podemos encontrar, una vez más, acantilados con una pendiente ascendente progresiva. Su vegetación presenta características de adaptación a la ausencia de agua y suelo pobre, así como al viento y salinidad del entorno.
Esa vegetación es indispensable para mantener el sustrato arenoso de los acantilados y retener parte del agua, lo que resulta en la disminución de la erosión, un factor fundamental para el mantenimiento de balance del ecosistema. Especies como el tojo (Ulex densus W.), la sabina negral (Juniperus phoenicia L.), la flor de papel (Helichrysum spp.), el crespinillo (Sedum sediforme (Jacq.)) o el hinojo marino (Chrithmum maritimum L.) son algunos de los ejemplos de plantas que cubren los riscos, protegiéndolos de la erosión y de la acción del hombre.
La zona costera acoge a una gran variedad de fauna marina, con distintos moluscos. En invierno, el interior de las rocas es el cobijo ideal para la plantación de huevas de corvina y muchas otras especies típicas de la costa portuguesa.
A lo largo de todo el año se puede ver a surfistas y pescadores aficionados conviviendo y utilizando la bahía en perfecto ambiente de coexistencia, ya que muchos de ellos practican tanto el surf como la pesca.